Reflexión sobre la clase
La clase de Introducción a la Arquitectura fue una experiencia que me marcó mucho en este primer año, porque me hizo ver la carrera desde un ángulo más profundo. Al inicio pensé que solo se trataba de aprender conceptos básicos y hacer dibujos, pero pronto me di cuenta de que era mucho más: era aprender a observar, a reflexionar y a conectar teoría con práctica. Cada ensayo semanal fue un reto, porque me obligaba a pensar en cómo los espacios y los materiales se relacionan con la vida diaria y con la manera en que las personas habitan los lugares.
Escribir constantemente me ayudó a mejorar mi forma de organizar ideas. Al principio me costaba mantener la coherencia y muchas veces saltaba de un tema a otro sin darme cuenta. Con el tiempo, aprendí a usar esquemas y a darle un hilo conductor a mis textos, lo que me permitió pasar de simples descripciones a reflexiones más completas. También descubrí que escribir sobre arquitectura no es solo hablar de proporciones o estilos, sino preguntarse cosas esenciales como ¿qué quiero lograr con este espacio?, ¿cómo se va a sentir la gente aquí?, ¿qué materiales hacen sentido en este contexto?.
Otra parte importante fue darme cuenta de que la arquitectura funciona como un diálogo entre dos sistemas: el espacial y el material. El sistema espacial organiza cómo se vive y se recorre un lugar, mientras que el material le da cuerpo y resistencia a esas ideas. Entender que ambos trabajan juntos me ayudó a ver que diseñar no es solo técnica, sino también emoción. Por ejemplo, un espacio puede ser funcional, pero si no transmite nada, pierde parte de su valor. Y un material puede ser bonito, pero si no responde a la lógica del espacio, no cumple su propósito.
Además, la clase me enseñó a valorar la historia de la arquitectura y cómo ha evolucionado con el tiempo. Aprendí a diferenciar estilos y técnicas, y eso me dio más contexto para entender lo que vemos hoy en día. También me hizo darme cuenta de que la arquitectura no es solo construir, sino comunicar cultura, identidad y forma de vida. Cada edificio tiene detrás una historia y una intención, y eso es lo que lo hace significativo.
En cuanto a mi desempeño, siento que fue positivo porque siempre traté de entregar los trabajos a tiempo y con esfuerzo. Esa constancia me ayudó a mantener buenas calificaciones y a crecer como estudiante. Mis fortalezas fueron la responsabilidad y la disciplina, pero también aprendí a ser más creativo y a confiar en mis ideas.
En conclusión, esta clase me dio confianza y me preparó para lo que viene en la carrera. Me enseñó que la arquitectura empieza con preguntas y que cada proyecto es una oportunidad para crear algo que tenga sentido y que conecte con las personas. Más allá de lo técnico, aprendí que diseñar es también imaginar y que cada espacio puede transformar la manera en que vivimos. Por eso considero que este curso fue un paso importante en mi formación y me dejó aprendizajes que aplicaré tanto en mis estudios como en mi vida diaria.
Comments
Post a Comment